Crítica: The Devil All The Time




Lo mejor de todo es Robert Pattinson, demostrando una vez más por qué es uno de los actores más emocionantes que trabajan. Con sus hábiles inflexiones y compromiso con el pastor misterioso pero más grande que la vida, pinta un retrato de moralidad altamente cuestionable con inquietante atención a los detalles. Debajo de la voz tranquila de la predicación hay un sermón ambiguo. Detrás de la conducta amable hay una inclinación por el acoso sexual. Es un rol de cuerda floja que Pattinson maneja con un control extraordinario.






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